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Recuerdo hace algunos años, demasiados, ahora que lo veo en perspectiva, que discutía en el supermercado con mi mamá, porque me tardaba mucho escogiendo cuál arroz llevar. Yo revisaba cada marca para saber qué empresa lo procesaba, y así escoger aquellos que utilizaban más tecnología en hacerlo, dándole valor a la investigación y desarrollo en los que invertían esos industriales. Si. Aunque suene hoy lejano e insólito, eso hacía yo.

Llevo días dándole vueltas a un pensamiento: por que el régimen se esfuerza tanto en bloquear nuestra posibilidad de escoger libremente?

Todo lo que el régimen diseña, está orientado a hacernos uniformes, monocromáticos, unidimensionales. Nos obliga a registrarnos en sistemas infinitamente tediosos para optar a supuestos beneficios sociales que solo pretenden controlar nuestro acceso a algún bien, o igualar (generalmente hacia abajo) nuestra posibilidad de obtenerlo. Destruye al sector privado productor y en su lugar coloca productos de marcas únicas de dudosa calidad, a la que tendrás acceso si haces una grosera cola y te marcan un brazo, como parte de un ganado sin individualidades. Hasta partidas de nacimiento están pidiendo ahora para comprar pañales!

Nos iguala en la educación, para abajo obviamente, cuando decreta que «nadie puede ser reprobado, ni llevar materias de arrastre«, lo que significa que el estudiante que se faja todo el año para superar sus asignaturas a través de su propio esfuerzo a tiempo, se encontrará de igual forma en el aula al año siguiente con quien llegó hasta la última de las repeticiones de «remediación», como se le dice ahora a la reparación, y fue aprobado sin alcanzar su nota de todos modos.

Y así podría seguir enumerando todos los mecanismos que, aunque parecen aislados y que no tienen relación, en realidad si tienen un fin común: anular el espíritu individual, emprendedor, luchador y libertario de los venezolanos. Convertirnos en una gran masa de gente obediente y sumisa, que entregó su voluntad a cambio de una supuesta «certeza» de obtención de algo.

Por eso me acordé en estos días del evento del arroz en el supermercado con mi mamá. Porque hoy, con las captahuellas para controlar lo que compramos, se persigue el mismo fin. Y me angustia sobremanera cuando escucho a alguien que comenta «bueno, al menos así siempre tendré la posibilidad de comprar sin la cola«, o peor, a un líder gremial de la empresa privada «ese control es bueno, así la gente no compra en cantidades exageradas«.

Quiero pensar que quien así opina, no recuerda ya, imagino que del cansancio que le ha generado tratar de amoldarse a cada nueva medida de control, que antes no hacíamos cola en el mercado, que había miles de marcas de todo, nacionales e importadas, y que cada quien compraba lo que estaba a su alcance o quería. Probablemente, en su interior, esas personas hayan olvidado lo que eso significa, y como ante todo posible cambio, después de 16 años de condicionar nuestras vidas, tengan miedo a sentir de nuevo esa libertad, y no saber si funcionará. Porque la realidad, es que éramos más libres que ahora, ciertamente.

Sí yo estudiaba más, sacaba más nota. Los que tenían mayores notas, tenían beneficios, becas, etc. Se incentivaba el esfuerzo propio y el logro por encima de todo. Ciertamente, había diferencias. Pero en lugar de abordarlas mejorando el entorno para que los menos favorecidos progresen y se superen, este régimen escogió destacar esas diferencias, e intentar aniquilar a fuerza de controles y repartición de miseria, la conocida capacidad creativa y emprendedora del venezolano.

Por eso, tenemos que alzar la voz. Convertirnos en el recordatorio de lo que es posible ser, para aquellos que están sintiéndose cansados ante tanta embestida en contra. Tenemos que ser los que afirmemos a gritos que si es posible vivir mejor, sin controles, con políticas públicas más sanas en el sector productivo. Pero claro, eso requiere defendernos de la hipnosis colectiva del conformismo, a fuerza de actitud de lucha.

Estamos convencidos de que sí es posible ese Futuro Para Todos. Y lo estamos, porque lo más importante: nuestro espíritu, nuestra decisión, sigue intacta: luchar cada día por la Libertad…hasta vencer!

Catalina Ramos S. Coordinadora Nacional de Formación. @caramos61