Los venezolanos queremos ser ciudadanos libres y vivir en paz y prosperidad.
Para lograrlo, el 2016, desde el primer día, nos impone enormes retos.
El reto inmediato es instalar el cinco de enero el cuerpo de la nueva Asamblea Nacional en su integralidad. Dada la clara expresión de la soberanía popular el seis de diciembre, se trata de un mandato imperativo. Toda la sociedad y el Estado tienen el deber moral y jurídico de ejecutarlo. Pienso muy especialmente en los ciudadanos militares: la Nación les ha confiado medios concretos para materializar el mandato popular.
A partir de allí, se impone el reto de la impostergable transición a la democracia: el régimen actual no puede generar la dinámica de capacidad y confianza necesaria para enfrentar con éxito la salida de una situación que nos hunde en una crisis humanitaria.
Ya de vuelta a la democracia, enfrentaremos el reto de la estabilización del orden y la reconstrucción moral y material de un país que mirará con orgullo cómo se levanta tras un intento inmisericorde de acabar con sus bienes más preciados: dignidad y libertad.
Que la perseverancia sin falla nos acompañe para dar lo mejor de nosotros en este camino de vuelta a la luz y a la prosperidad.
¡Viva Venezuela!