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Maiquetía, como es conocido nuestro aeropuerto internacional Simón Bolívar en Venezuela, se ha convertido en la puerta sin retorno de muchos venezolanos, ya millones de hecho, que han decidido cruzar la línea de la zona de embarque, para empacar su futuro en unas pocas maletas y aventurarse en un avión que encuentre un destino mejor, cosa nada sencilla, ya de por si ubicar un mejor paradero que Venezuela, es una tarea corajuda y valiente, y no lo digo por estricto nacionalismo, sino porque gente como la nuestra ninguna, su hospitalidad, su sentido del humor, su cariz de alegría es totalmente único, si a eso le agregas sus bellezas naturales, playas, sabanas, montañas, selvas, y ciudades de sensaciones exclusivas, claramente no es fácil decirle adiós a todo eso.

Pero aun así el país se nos cambió, los males los conocemos todos, economía golpeada, escasez en aumento, inseguridad indetenible, reducción de empleos, calidad de vida cuesta arriba, y cada plan familiar que no consigue materializar sus sueños en un clima de emprendimiento hostil. Venezuela fue en el siglo 20 una nación abierta a las oportunidades, de hecho señalan las cifras que entre 1948 y 1961, ingresaron a Venezuela 850.00 inmigrantes, principalmente italianos, cuando el país apenas contaba con entre 6 y 8 millones de habitantes. 300 mil españoles viven actualmente en Venezuela, la mitad de ellos canarios y gallegos. La comunidad lusitana asciende a 550 mil (hay 35 clubes portugueses en Venezuela), la musulmana a 500 mil (principalmente libanesa, siria y palestina), y la china a 100 mil. Venezuela cuenta con la segunda comunidad española, italiana y portuguesa de América Latina, sólo superada por Argentina en el caso de las dos primeras y por Brasil en el caso de la lusitana; ambos países con mucha más población que el nuestro. Este hecho es poco conocido, inclusive, por los europeos.

Pero de ser un país receptor, hoy el panorama es absolutamente contrario, los pocos datos que se conocen ubican a mas de un millón seiscientos mil venezolanos viviendo en el exterior, diásporas crecientes en algunos nichos como Panamá, EEUU, Canadá, Colombia y España, además de otras alternativas, talento en exportación, destacando que 30% de las personas que se les ocurre la idea de emigrar están entre los 18 y los 35 años, la masa joven del país, pero como dato contrastante solo 3% de la totalidad de los nuevos emigrantes venezolanos reconoce haberse asesorado, jurídica, financiera o socialmente sobre el lugar que han elegido como destino, es decir, nuestros connacionales parten a una aventura a ciegas, lo cual conlleva a muchos sueños frustrados, así como también existen los golpes de suerte.

La decisión de emigrar no es para nada criticable, pues cada caso es distinto y particular, a veces lo hacen individualmente, junto a amigos, o grupos familiares enteros, cada quien con sus razones de peso para tomar la determinación de comenzar un nuevo esquema de vida totalmente alejado de lo que hasta el momento conocían, y ese detalle es muy importante recalcarlo, ya que si alguien decide irse, lo mejor es haciéndolo con un plan de acción, es decir, no se trata de huir por huir de una realidad que ya no se soporta, se trata de planificar y conocer el entorno hacia el que te diriges, a quien conoces en ese lugar, cuáles han sido las experiencias previas de otros, en que puedes desempeñarte academica y profesionalmente, y muy importante si estás preparado anímicamente para despegarte de tu condición de dueño de casa, para ser extranjero.

La decisión de irse o quedarse en definitiva no es sencilla, el cambio de realidad viene con nuevas oportunidades y problemas, es cuestión de cada quien sopesar si se encuentra preparado para esa adaptación, sin embargo, el principal inconveniente va mucho más allá, tiene que ver con la motorización de un país que sucumbe ante la fuga de cerebros, la falta de gente capacitada y primordialmente con la ausencia de los ciudadanos comprometidos para la generación de cambios en su nación, pues no hay que olvidar que es responsabilidad de todos rescatar y reconstruir la tierra que heredamos de nuestros padres fundadores, para entregarla en mejor condición a las futuras generaciones. El recurso humano de un país, es fundamental para su desarrollo, y en Venezuela no hay ni una alarma por parte del Estado con lo que está pasando, hay cátedras que se están quedando sin profesores en las universidades. Lo más importante de las instituciones es su capital humano y el capital intelectual es importantísimo para que pueda salir adelante una sociedad, cosa que debemos recordar todos los venezolanos, los que se van y quienes se quedan, pues finalmente esta gran madre que es Venezuela, les espera, y no olvidara a ninguno de sus hijos, pues necesitara de todos ellos para retornar a la prosperidad, crecimiento y hospitalidad de la que tanto hacemos gala en cada alma orgullosamente venezolana.

Twitter: @Daniel_Merchan