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En Venezuela llevamos varias semanas en conflicto, el mismo ha tenido como terrible consecuencia 42 muertes, todo esto comenzó el 12 de Febrero con el descenso del estudiante Bassil Da Costa y Robert Redman, desde ese día un gran conjunto de estudiantes y miembros de la sociedad civil se han venido sumando y expresando en las calles de nuestro país su descontento con un modelo de gobierno basado en el comunismo, el cual a sacando en cada protesta sus garras que lo identifican como todo gobierno de izquierda siendo déspota y represor.

Muchas han sido las hipótesis de las causas de las muertes en un auténtico cacareo entre el oficialismo, la oposición oclocrata (algunos factores colaboracionistas de la MUD) y la oposición que de verdad defiende los ideales de libertad (Vente Venezuela, Voluntad Popular, Alianza al Bravo Pueblo). Entre diálogos sin resultados, marchas y culpas, todos los venezolanos hemos vivido el desmoronamiento de nuestra sociedad, en el ojo del huracán entre el conflicto de intereses se encuentra la juventud, esa que es utilizada para el gran show, que los políticos en decadencia llevan en la boca para alimentarse de ellos y los políticos socialistas insultan y ofenden. Esa juventud que es el futuro de Venezuela se encuentra reclamando los derechos individuales que les corresponden legítimamente.

Ahora bien, un cargo de conciencia es aquello que hace sentir culpable a una persona, que le recuerda una acción o postura reprochable porque va en contra de sus valores y principios, así es como se deberían sentir todos los que se hacen llamar políticos y en nombre de estudiantes que no representan van a una mesa de diálogo a hacer demagogia, pero peor deben sentirse aquellos líderes estudiantiles que siquiera le ha pasado por la cabeza sacar algún beneficio monetario, material o de cualquier otra índole a la coyuntura, sabiendo que dicha “Coyuntura” representan a 42 asesinados.

Es en este punto donde las ideas liberales deben salir a flote, donde los individuos con sus capacidades individuales favorezcan al colectivo, sin imposición ni ninguna forma de coacción. Como estipula Walter Castro profesor de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala “las ideas liberales son un conjunto de principios bien ensamblados en pro de la defensa de la libertad, la propiedad y la vida. Los liberales buscan más libertad y más tolerancia en el mundo en cooperación. El liberalismo es básicamente humildad y se educa a los demás en valores con el ejemplo”.

La lucha por la libertad es llevada por todos aquellos que creen en ella, que la honran y defienden con todo su ser, ciertamente en el camino habrá de todo como esos se venden por cargos en las organizaciones políticas, un sueldo o favores íntimos de toda índole, que se arrastran a las órdenes del seudo-lider de turno, llevando a cuestas 42 cargos de conciencia. Estos personajes pueden estar en el oficialismo o en una pequeña parte de la oposición. En consideración son totalmente pertinentes las palabras del antes citado Walter Castro cuando en una conversación dijo que el bien derrota al mal, así ha sido siempre.

Para terminar estas palabras veo preciso recordar el pensamiento de un ilustre filósofo italiano cuando expresa:

“Los mayores enemigos de la libertad no son aquellos que la oprimen, sino los que la ensucian”-Vincenzo Gioberti”

Twitter: @Riverols