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Todo evoluciona, y que usted lea esto es un ejemplo de eso. Hace unos años no hubiera sido posible escribir desde la comodidad de mi hogar un artículo como este, y seguramente imposible para usted leerlo en el aparato que lo hace, sea este una PC, tablet o Smartphone. ¿Y a qué se debe esto? Al avance de la tecnología, que no es más que el resultado del esfuerzo, la pasión, e incluso la competencia de muchos individuos, de individuos que han luchado por ser los mejores en su área. Y lo han logrado.

Pero todo evoluciona, tanto las creaciones que nos han facilitado la vida, como los riesgos a la supervivencia humana y las amenazas a la libertad. A las sociedades actuales las acechan dos grandes peligros: Las superbacterias y las superdictaduras (ciertamente, no es un término técnico ni propio de la politología, pero sirve para ilustrar de lo que hablo). ¿Qué son las primeras? Son un grupo de bacterias que han desarrollado una capacidad extraordinaria para sobrevivir, que han aprendido a oponer resistencia a todos los antibióticos conocidos. Es un problema grave pero confío en el potencial de los hombres para hacerle frente y desarrollar, así como una vez la penicilina, una herramienta necesaria para frenarlas.

Y Entonces… ¿Qué es una superdictadura? Comencemos con el término mismo de “dictadura” (que en sus orígenes no poseía la connotación negativa de hoy), cuya imagen asociada es la de aquellos sistemas de gobierno usuales durante el siglo XX en varios países de América Latina: militares en el poder que reprimían abiertamente a sus disidentes, sistemas que no permitían la participación ciudadana en los asuntos de lo público, restricciones a los derechos y libertades civiles,  violaciones sistemáticas a los derechos humanos y mecanismos de control social basados en el miedo y la violencia ejercida directamente. ¿En qué se diferencias aquellas dictaduras de nuestras superdictaduras del siglo XXI? En que aquellas eran dictaduras y se reconocían como tales, sin mayor vergüenza, decoro o prudencia en parecer lo que no eran. Incluso, para los dictadores jugaban a maximizar su imagen de dictador-mientras negaban que su sistema de gobierno lo fuera.

¿Cómo surgen las superdictaduras? ¿Cómo aparecen las nuevas versiones de las pesadillas del pasado? Ocurre algo similar a lo que ocurrió con las bacterias: las dictaduras fueron vencidas en su momento y la democracia, como los antibióticos, avanzaron, pero ahora tales afecciones reaparecen fortalecidas, resistentes a los medicamentos, o con la suficiente astucia para no eliminar por completo las instituciones democráticas, más para infiltrarlas e instrumentalizarlas para su conservación y protección. Son dictaduras con anticuerpos que, en jerga politológica, son las conocidas como autoritarismos competitivos, autoritarismos electorales o dictablandas. Aun con nombres rebuscados, son mucho más peligrosas que las dictaduras en sentido tradicional: resisten a la condena y repudio internacional debido a sus “características democráticas”, confunden a los movimientos de oposición haciéndoles creer que los métodos institucionales tradicionales les puede permitir acceder al poder, y su fin puede ser el desarrollo de un sistema totalitario (algo que nunca se plantearon las dictaduras de otrora).

Estas dictaduras son complejas de enfrentar por sus pretensiones camaleónicas, pero el primer paso para la oposición democrática es reconocerlas como lo que son y evitar caer en la trampa. Luego del diagnóstico, el movimiento democrático debe verificar cuales son los recursos con los que cuenta y conocer cuáles son los mecanismos de control social actuales y futuros del régimen… y actuar en consecuencia.

Yo confío en la carrera humana por salvaguardarse a sí misma, en su vida y en su libertad. En un tiempo, conoceremos la cura para los microbios fornidos y la cura para los regímenes camaleónicos… O quizás para estos ya exista una cura, aquella de la que habló Henrry David Thoreau.

@EliasTovarD