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El acercamiento del liderazgo opositor generó grandes expectativas, lo cual puede ser muy peligroso

La crítica situación por la que atraviesa el país ya no le es indiferente a nadie. No puede serlo porque tocó la puerta de cada venezolano. Según una última encuesta de la primera quincena de enero de este año, realizada por Hercon Consultores, el 85% de los venezolanos considera que las cosas van por “mal camino”; al 90% “no le agrada” la situación de colas que hoy debe enfrentar cada que va a hacer sus compras; el 86,2% considera que Maduro es el responsable de esta crisis; y el 83,3% considera que este gobierno «debe ser sustituido lo antes posible”. En resumen, una realidad lapidaria para el oficialismo.

Un aspecto que vale la pena resaltar es que hasta hace algunos meses, aunque ya muchos eran conscientes de que las cosas no estaban bien, existía aún una percepción generalizada de que “esto va durar 30 años”. No era fácil imaginar, por motivos muy comprensibles, una realidad política diferente a la que vivimos los últimos 16 años.

Eso no era verdad y, acelerado por la profundización de la crisis económica, en los últimos meses ha cambiado. Ya son más los que consideran que “esto no puede seguir”. Pero, incluso en quienes están convencidos de que este modelo se agotó, aún existe la percepción de que la reconstrucción del país “va a tardar muchos años”. Eso tampoco es verdad.

Un país como el nuestro, con los recursos económicos y humanos con los que cuenta, con los valiosos profesionales que se fueron y no ven la hora de volver, si rescata el Estado de Derecho, reconstruye sus instituciones y genera confianza, logrará recuperarse en poco tiempo. No debemos mirar muy lejos para comprobar que países como Colombia y Brasil, que en su momento sufrían de males parecidos a los que hoy padecemos -como la inseguridad y una precaria economía- lograron ponerse de pie rápidamente con las medidas correctas. Venezuela no será la excepción y el reto de cada ciudadano es involucrarse en comenzar a reconstruir su país antes de que esto termine de terminarse.

En este escenario, la atención de la gente gira hacia el liderazgo opositor en búsqueda de una alternativa. No es algo sencillo, sobre todo porque en el último año se ha hecho evidente que existen visiones diferentes en un sector que logró una unidad sólida únicamente por motivos electorales. Todo parece indicar que las diferencias más profundas no se dan cuando se plantea el qué hacer en la reconstrucción del país. Sin embargo, aún existen visiones encontradas en el cómo llegar a ella.

Ante esta realidad, no queda otro camino que buscar puntos de encuentro y bajo mecanismos que permitan lograr los objetivos. Haber hecho público el acercamiento del liderazgo opositor generó grandes expectativas, lo cual puede ser muy peligroso. Lo último que necesitan los venezolanos es una nueva decepción. Es por eso que, hasta que no exista un acuerdo concreto sobre la estrategia y los procedimientos, este proceso debió haberse manejado en la más estricta confidencialidad. La noticia que los venezolanos esperan es la de propuestas concretas para salir de esta crisis.

Para este fin, la Unidad es indispensable. Ésta jamás debe volver a ser utilizada como un chantaje. Con toda su diversidad, debe ser el medio para lograr recuperar la libertad y la democracia en Venezuela.

Hoy, el país espera optimista los resultados de la unión de la Unidad.

Miguel Velarde
@MiguelVelarde