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Las últimas semanas han permitido observar (y a algunos entender) la magnitud y gravedad de la crisis que atraviesa Venezuela. Han quedado en evidencia grandes dramas que como país vivimos: la inseguridad, traducida en la bala como gobierno; la migración, traducida como política de exilio a los propios venezolanos; el ventajismo y fraude electoral, como forma de legitimar al régimen; y, en general, el panorama de lo que padecemos día a día gracias a un régimen que ha hecho del miedo su mayor logro. Lo más grave de esto no es denunciar lo que ocurre, sino que todavía haya quienes duden de que gran parte de esta crisis sea por diseño, con plena intención: quieren controlarnos y ser eficientes pero no para Venezuela sino para ellos mismos; eficientes para preservar el poder, la corrupción, los nexos.

Defender la verdad no es un asunto de medias tintas. La verdad se debe defender tajantemente, frente a todo lo que se le oponga, incluso frente al miedo. Soportar, luchar, denunciar, son tareas a las que no se puede renunciar, esté donde se esté. Cada vez que se tira la toalla, que se guarda silencio, que se complacen posturas acomodaticias, le damos una victoria al régimen; ese mismo régimen que ha hecho de la bala un gobierno y de la justicia un recuerdo. No podemos ser ingenuos ni seguir pensando en que el objetivo de quienes hoy usurpan el poder no es controlarnos. Todo lo contrario. Su avance, paulatino, calculado, a veces torpe pero nunca inocente, es parte de un modelo de profunda naturaleza totalitaria que pretende coartar e invadir todos los espacios del ámbito humano, del individuo, incluso su mente.

Hoy, como si nada, podemos encontrar en las redes la nueva evidencia de ese control que más temprano que tarde será implementado si no hacemos algo para evitarlo. Se trata de la llamada “Red Patria”, una plataforma tecnológica “alternativa” desarrollada por venezolanos que busca contrarrestar a las aplicaciones “mercantilistas de los Estados Unidos”. Esta Red, alojada en servidores venezolanos (sí, todos controlados por el Estado), está inspirada en especies de aves venezolanas y pretende articular esfuerzos de comunicación, en principio, entre colectivos pero con miras a consolidarse como bandera del “Poder Popular”. La “Patria” conectada en una red… ¿red para qué? Perverso fin…

Lo más grave es lo que cada una de las aplicaciones de la plataforma nos trae. En primer lugar, una llamada “Nido”, una especie de sitio web al mejor estilo de red social (como Facebook), en el que se comparten blogs, contenidos, vídeos, etc., entre los usuarios, con perfiles personalizados; “Mochuelo” (la más grave), la cual constituye una “red de alerta temprana” contra amenazas al pueblo, es decir, contra el acaparamiento, las guarimbas, el sabotaje y cualquier cosa que ellos consideren peligro a la “paz”; “Colibrí”, inspirada en la aplicación Whatsapp, que servirá como mensajería instantánea entre teléfonos móviles y computadoras; “Golondrinas”, que funciona como una nube (estilo Dropbox), en la que se albergarán documentos y contenidos; “Cardenalito”, similar a Twitter, en la que se compartirán mensajes cortos y enlaces a contenidos; y “Cóndor”, herramienta para gestionar monitorear cuentas de Twitter.

¿Qué significa todo esto? En un país donde la censura y la autocensura son las reinas de una sociedad que no tiene más opción que recurrir al “boca a boca”, con cada vez más limitaciones de acceso a sitios web, redes sociales, etc., con menos diarios impresos y con medios de comunicación, en general silenciados, este tipo de plataformas constituiría el más oscuro y perverso fin que se hayan propuesto los saqueadores que hoy nos gobiernan: control absoluto sobre todo lo que se diga, se comente y se pretenda difundir. Este atentado a la verdad, se traduce en que la verdad se verá aniquilada a sí misma, en la medida que se vaya bloqueando el acceso a las tradicionales aplicaciones que todos usamos de alguna manera (Facebook, Twitter, Dropbox, Whatsapp), haciendo que hoy, más que nunca, nos callen.

Muchos dirán que esta iniciativa, vendida como la más genuina e ingenua muestra de venezolanidad y talento nacional, no es más que eso: un experimento de talento. Lo que muchos no entienden es que el experimento somos todos nosotros y que los enemigos de la verdad necesitan que quienes la defendemos, no lo hagamos más. Otros dirán que es exagerado (de nuevo con el “No, vale… ¡Yo no creo!”) y que es imposible que puedan controlar todo.

Pues a esos “optimistas del oscurantismo” y negadores de la realidad, es bueno recordarles que un país en el que su gobierno controla TODO, esto no sería nada complicado, sobre todo, entendiendo que este proyecto es de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (CONATEL), la cual vigila y decide prácticamente sobre todo lo que respecta a comunicaciones en nuestro país. Cuando el Estado tiene el control de los servidores de internet, y cuando la misma China ha demostrado que puede hasta borrar palabras como “democracia” y “libertad” de la búsqueda de sitios como Google en su país, entendemos que nada de esto es imposible. Al contrario, es muy posible (casi un hecho) que ocurrirá. Reveladora verdad para quienes creen, por cierto, que la ayuda de China ha sido sólo financiera y no en materia de control social y represión.

Visto este panorama, ¿qué podemos hacer? Pues lo primero que ayudaría mucho es a aceptar esta realidad: pretenden dominarnos por completo. Hacen que los que no soporten, se vayan, y que quienes se queden, sufran. El régimen está muy claro en sus intenciones, pero muchos (incluso dentro de la oposición), no lo están. ¿De qué sirven los votos si no se habla con la verdad? ¿De qué sirve hablar exclusivamente de ganar espacios políticos cuando no se ataca el hecho más dramático de todos: que el régimen pretende controlar todos y cada uno de nuestros espacios?

Como lo he sostenido antes, la verdad necesita de más defensores. Defensores comprometidos con hacer que esa bandera no caiga, que se ice. La verdad es lo único que nos puede hacer invencibles, pero con claridad de la batalla y del riesgo que significa defenderla. Es muy fácil decirse luchador, pero acobardarse en el silencio; es muy fácil justificarse y no asumir. Queda muy clara la intención y lo que viene si nosotros no hacemos nada para que al menos seamos una nación. Hoy pareciera que el futuro y la esperanza son los recuerdos de un expaís.

De seguir así, del “No, vale… ¡Yo no creo!”, pasaremos al “¡Ellos son buenos y tenían razón!”. El control, el dominio y la invasión de nuestras mentes, bajo la más clara naturaleza totalitaria, no serán derrotados si no lo vemos frente a nosotros. Desde hace rato están allí, incluso enfrentándose a los que siguen defendiendo la verdad. El problema es que esa realidad nos atropella, nos hace chocar contra ella y no terminamos de combatirla. Reaccionar antes de que sea tarde es la mejor opción. De lo contrario, terminaremos alojados en el nido de la opresión, sin elección, sin voto y sin democracia que valga, porque ellos habrán ganado. Habrán triunfado. Nos habrán impuesto la “Patria” como castigo.

Twiiter: @Urruchurtu