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“La tolerancia es un crimen cuando lo que se tolera es la maldad.” – Thomas Mann

La tolerancia a las ideas y pensamientos de nuestros hermanos venezolanos es una postura demócrata que heredamos de los 40 años de la democracia bipartidista. Como muchos recordaran no existía una polarización más allá de la jocosa provocada por los equipos de béisbol “Leones del Caracas” y “Navegantes del Magallanes”, pero todo cambió cuando no pudimos ver lo que en las zonas populares se gestaba con malicia gracias a los movimientos de izquierda, que fue el resentimiento por todo aquello que produce y tiene éxito.

Con la maduración del resentimiento el ex presidente Chávez se valió del colectivismo para eliminar todo rastro de identidad individual, lo que le permitió crear la sociedad de los que odian y el odio que ese resentimiento significo fue direccionado a los que producen o al éxito, eliminando casi del vocabulario conceptos como “producción”, “propiedad privada” y “meritocracia”.

La respuesta que quienes pudieron oponerse llego ya muy tarde, y las voces que dijeron alto no fueron suficientes, ya que del mismo lado de los oprimidos en un absurdo ejercicio de suicido social confundido con lo que algunos llaman tolerancia se dedicaron a acusar de radical, incendiario, intolerante e impaciente a aquellos que denunciaban la naturaleza vil, totalitaria y socialista de este régimen que nos ha azotado por tantos años.

Los universitarios se encerraron en su burbuja que llamaron universidad para luego tener que emigrar en desbandada por no encontrando un futuro en el país o viendo que su seguridad personal era inexistente. Los profesionales o como algunos los llaman “la clase media protegiendo lo poco que el régimen les permitía tener e incentivados con la misión “cadiviaceptaron el bolsa de arepa resignados a la barbarie del atraco y el secuestro, y los empresarios aceptando una culpa que no les corresponde no hicieron nada cuando se implantaba la falsa tesis de la lucha de clases tolerando la acusación infeliz de que ellos eran unos explotadores.

El tiempo se acabó y la crisis que atravesamos hoy no permite ingenuidades, es el momento de la transición en paz hacia la democracia pero esto debe ser respaldado con un sentimiento de dignidad y constitucionalismo en la calle para acompañar el medio que las elites policías han decidido para salir de maduro (el revocatorio), o para exigir la renuncia del saqueador que se ha enquistado en el poder y ha hecho metástasis en todos los sectores de la sociedad matándonos con una rapidez socialista.

El insurguir se ha convertido en una situación existencial, la tolerancia no puede ser motivo de que se admita nuestra destrucción moral y civil, además que esa tolerancia es motivo de complicidad cuando personas mueren en las colas creadas por la intervención del Estado en la economía, los ciudadanos son desplazados y masacrados en el Estado Bolívar y el hampa tiene el poder de establecerse como una forma de gobierno.

Para todo esto hay una salida y es que como ciudadanos consientes nos dirijamos hacia la libertad, cambiando al régimen izquierdista que nos azota, reforzando nuestras instituciones republicanas, respetando y defendiendo los derechos individuales propios y de nuestros conciudadanos.

El cambio hacia una república liberal democrática es una cuestión de sobrevivencia. Venezuela nos espera, lleguemos a tiempo para hacernos prósperos y libres.

“No considere a los colectivistas como ‘idealistas sinceros pero engañados’. La propuesta de esclavizar a algunos hombres por el bien de otros no es un ideal; la brutalidad no es ‘idealista’, no importa cuál sea su propósito. Nunca diga que el deseo de ‘hacer bien’ por la fuerza es un buen motivo. Ni la impetuosidad ni la estupidez son buenos motivos”. Ayn Rand.

@Riverols