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Por muy radical que parece el título, no encontré uno más adecuado. No quiero hacer de este artículo una teoría de conspiraciones, sólo sumar.

A través de los años, se ha demostrado que la formula más simple para derrocar una dictadura es demostrarle a la ciudadanía y las Fuerzas Armadas la siguiente fórmula: Fuerza + Mayoría. Esta ecuación no cabe para todos los dirigentes y por eso nos iremos al 2014, en medio de un ambiente tenso y con aires de rebeldía.

El argumento de estos dirigentes para no respaldar la posible salida del tirano fue: “hay que ganar primero unas elecciones para demostrar que somos mayoría”. También se dijo que La Salida era “inmediatista” y que no era el momento. Seguido a eso, en Miraflores hubo un debate al que llamaron “diálogo” y si su objetivo no fue calmar las aguas, no sé cuál fue.

Se dijo que colocarle condiciones al diálogo era asesinarlo y a éste sólo asistieron unos cuantos dirigentes “en representación” del venezolano, todo esto mientras los presos políticos seguían aumentando.

Llegó el 2015 y había un ambiente de elecciones que no querían alterar, esta era la oportunidad ansiada y ocurre lo esperado: el 6D se gana con amplia mayoría y se obtiene la otra parte de la fórmula para lograr la Transición: mayoría. La fiesta democrática duró poco (aunque algunos aún la gozan) ¿La razón? Veamos.

Si el argumento en 2014 y 2015 era esperar elecciones y ya lo habías logrado, entonces sólo tenías que ponerlo en práctica, pero el problema esta vez era quiénes aplicaban las matemáticas, no solo quienes la ejecutaban. Aun cuando recibió un mandato claro del país, que al escoger los diputados demostró que quería un cambio profundo y real, la decisión fue claudicar.

Desde la toma de posesión de la “nueva AN”, se comenzaron a ver las costuras, no solo al desincorporar a los diputados de Amazonas, sino con una marcada frase expresada por el Presidente del parlamento: “Hay que doblarse para no partirse”. Esto fue como una luz verde a la tiranía, fue ese el oxígeno que necesitó para arremeter y avanzar. Y se preguntan algunos: ¿Entonces qué se debió/debe hacer?

La respuesta es la misma: demostrar fuerza y mayoría. Es evidente que la primera se perdió durante todo el 2016 y que la segunda la demostramos el 6D. Entonces, ¿cómo se aplica?

El venezolano sabe desde hace mucho lo que sería indispensable para lograr un cambio real, con presión ciudadana firme y determinada. No hablo de ir al TSJ y exigir que eliminen los decretos, eso sería tan útil como ir al CNE y pedir elecciones; son órganos subordinados al poder central y a él se le debe hacer la presión directamente para causar su salida y la Transición a la democracia y la libertad.

Hablo de ejercer nuestros derechos y en dictadura no se puede esperar que lleguen como regalos, sabiendo esto es obvio, que el camino no era reunirse en República Dominicana en medio de un proceso de referéndum amañado por el CNE, y mucho menos abandonar la ruta fijada el 26 de octubre, cuando prometieron avanzar con el abandono del cargo y luego ir a Miraflores como lo pedía el país. Todo terminó bloqueado, como el referéndum, esta vez con ayuda de las “víctimas” y bajo la excusa de no alterar los acercamientos.

Estas reiteradas maniobras para calmar a la población tuvieron resultados: tiempo perdido, crisis agudizada, más presos políticos, violencia más  desbordada, una población sin orientación, un ambiente de decepción y un cronograma electoral que apunta a las regionales, aun sabiendo que estos gobernadores tendrán la misma efectividad que “la nueva AN”.

Lo más triste no es lo que se dejó de hacer, sino lo que se hizo y sus intenciones, ya tenemos claro que el régimen tiene un plan y actúa sin inocencia, y ahora debemos aceptar que también hay dirigentes de “oposición” que también actúan sin inocencia, solo así no cometeremos los mismos errores y obtendremos distintos resultados.

@AlejandroMR97