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En cualquier aspecto de la vida no puede faltar una gran dosis de principios

En las últimas semanas el país ha visto una clara fractura en su dirigencia opositora. La mayoría de partidos y líderes políticos de la MUD ha optado por participar en unas elecciones regionales en las mismas condiciones que han denunciado como fraudulentas desde hace tiempo. Cuando se escriben estas líneas, no existe una fecha confirmada para esta cita electoral, pero sí muchos indicios que nos llevan a pensar que, de darse, se hará en condiciones absolutamente desiguales.

Otro sector, minoritario en el mundo político pero que parece representar a la mayoría de la ciudadanía, ha advertido que este es un error que no solamente desmoviliza y desmoraliza a la gente que se había mantenido firme en las calles durante más de cuatro meses, sino que, peor aún, legitima una Asamblea Constituyente a través de un proceso sumiso a ella.

Esta nueva ruptura en la dirigencia opositora ha hecho que se califique al sector que participará de este proceso electoral como “pragmático” y al que piensa que hacerlo es un error como “ético”, una diferenciación que puede tener sustento pero que necesita ser profundizada.

El primer mito que debe desmontarse es aquel que asegura que “no se llega al poder con ética”. Este pensamiento, además de cínico, es equivocado. Sin duda, nadie es suficientemente ingenuo como para no saber que el terreno político es sucio y complejo.

Sin embargo, ni en la política ni en nada que uno haga en la vida, se puede subestimar el valor de la ética. Es la variable principal que permite no perder el norte mientras se recorre el camino y mantener siempre presentes los motivos por los que se ha comenzado a transitar.

Un ejemplo que sirve para ilustrar esto es lo que ha ocurrido con la MUD en las últimas semanas. Su cortoplacismo ha hecho que no se resistan a la posibilidad de obtener migajas en unas elecciones regionales a pesar de que, con eso, sabían que iba a pasar lo que en efecto ocurrió: desconectarse de la gente e incluso crear grietas en sus propios partidos.

Es tan grande la consciencia de la sociedad sobre el momento que atravesamos, que no es solamente la opinión pública la que se decanta por no ser parte de un circo electoral que legitimará un proceso fraudulento, sino que incluso importantes dirigentes de algunos partidos y parte importante de sus bases también han manifestado su disconformidad con esta decisión.

Es que, en la política, como en  la vida, no puede faltar una gran dosis de principios. Es posible que tengan razón quienes afirman que solo con ética no se llega al poder, pero también es cierto que al poder no se puede llegar sin ésta. Porque si eso ocurre, después el poder se ejerce sin valores, y ocurre lo que vivimos desde hace casi 20 años.

Esto no nos puede volver a pasar. Nunca más. Por eso, es que nuestra generación tiene la obligación de rescatar la ética en la política.