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Los principios de libertad, solidaridad e igualdad de todas las personas, constituyen los grandes valores de las democracias modernas. Es un hecho bien sabido que quien predicacon un discurso pausado, profundo y acertado, orientado a la defensa de los grandes intereses de una nación, las garantías públicas, los derechos humanos y manifiesta un enorme respeto a sus contrincantes, muestra ser un verdadero ciudadano y un auténtico líder. Si nosotros, no proponemos cambios, si no sabemos hablar ante los gobernantes ineficientes y corruptos, que en campaña electoral mienten y no cumplen sus promesas, es difícil cambiar el rumbo de un país. Si creemos que sin grandes esfuerzos y sacrificios lograremos preservar la libertad y la democracia, estaremos demostrando poco amor por nuestra querida patria para confrontar los grandes problemas que aminoran nuestra calidad de vida, y las deviaciones de quienes ejercen el poder pólítico. Pensar que todo lo fácil es bueno, es una falacia inconcebible en un ser inteligente. En muchos países de la América Latina y del Caribe, para corregir los vicios políticos existentes, han surgido en el presente siglo líderes con un gran poder de convocatoria, como la dirigente María Corina Machado, considerada como la figura política más brillante y excepcional de esta última década, por su innumerables propuestas viables y necesarias para canalizar y resolver de manera eficaz la más apremiantes demandas colectivas, en especial, la de los sectores y grupos más deprimidos de la sociedad. Un verdadero sistema democrático, con gobernantes honestos y emprenderores, como expresa María Corina, si aporta soluciones concretas y tangibles a las inquietudes, reclamos y exigencias populares. Ella afirma, como sus miles de seguidores, que la democracia sigue contando con un amplio respaldo en la región y los ciudadanos todavía confían en su capacidad de lograr mejoras para su subsistencia. Cree, además, que en nuestro país no hay voluntad política para atender los grandes problemas nacionales, como la inseguridad, el desabastecimiento, la inflación, la impunidad, el desempleo y la corrupción, ni tampoco existe absoluta libertad de expresión ni pleno derecho a manifestar públicamente. También ha denunciado en otras regiones del mundo la grave crisis política, social y económica que se vive en Venezuela, producto de la pésima gestión gubernamental y de la violación permanente de los derechos humanos. Ha dicho, «que lo que buscan las autoridades del alto gobierno es hacer creer a la comunidad internacional que aquí hay un régimen dispuesto a escuchar y a corregir, cuando todos sabemos que lo que hay es un régimen que lo único que hace es reprimir cada vez con más fuerza las protestas pacíficas, utilizando armas y medios no permitidos por el orden jurídico interno». Corresponde al lector, calificarla o no de ser el fenómeno político del momento, a sabiendas que millones de venezolanos, creen en sus discursos y planteamientos por su notoria inteligencia, coraje y valentía para actuar y hablar, sin dejarse intimidar por nadie ni por nada.

Lcdo. Humberto J. Saras G.