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A finales de 2012 y gracias a Santo Cadivi, tuve la oportunidad de viajar a Argentina y a Uruguay durante a un largo período vacacional de un mes, tiempo suficiente como para que al escucharme hablar tanto los porteños como los uruguayos me preguntaran ¿Sos Venezolana? a lo que orgullosamente respondía: ¡Sí, del país más bonito y más alegre que conozco!, acto seguido y como un golpe seco y “sobrevenido” me preguntaban ¿Y Chávez? (Inserte aquí cara de incertidumbre de ambos interlocutores), mi respuesta por más cortés que ésta fuese, nunca lograba satisfacer al que preguntaba y es así como se iban las horas y los días de vacaciones tratando de explicar lo que sucedía en mi país.

Durante extensas e interesantes conversaciones que se daban entre estos extranjeros y nosotras venezolanas intercambiábamos opiniones sobre lo que sucede en Venezuela versus lo que reflejan los medios internacionales, casi nunca coincidíamos. Algunos mostraban preocupación por la salud del presidente Chávez, mientras otros nos preguntaban sobre algunas cosas que habían escuchado de otros venezolanos por ejemplo: ¿Es cierto que su país es el más inseguro de América Latina?, ¿Es cierto que hacen cola para comprar comida? Y ¿Es cierto que Chávez ganó las elecciones con trampa?, todas estas interrogantes iban y venían cada vez que nos identificaban a las cuales siempre supimos dar una respuesta diplomática pero nunca moderada como es el estilo que está de moda actualmente en algunos políticos venezolanos; particularmente siempre expliqué a detalle que sí, que éramos un país un poco inseguro –bastante para mi gusto- pero que éramos tan astutos que habíamos aprendido a cuidarnos en la “selva de cemento”, sobre las colas era un poco más difícil explicar – porque en este país se hace cola para todo- aunque sólo les decía que existían los Mercales y que hacía cola, solo aquél que quería o tenía la necesidad de obtener algunos alimentos más económicos –pero de muy baja calidad nutricional- y finalmente sobre las elecciones se me hacía cuesta arriba, más aún cuando yo si soy de las que piensa que esos resultados tuvieron algo de trampa del CNE pero también tuvieron mucho triunfalismo de “nuestro” candidato y poca preparación electoral en materia de defensa del voto.

Sobre la salud de Chávez generalmente era por lo que más preguntaban, y confieso ahora que estoy en Caracas que me daba una vergüenza profunda no saber que responder o más bien no tener la certeza de que lo que estaba repitiendo era verdadero, sin embargo aprendí a buscar la salida más cómoda y a su vez demagoga que me ha enseñado a esgrimir este gobierno con sus falsos reportes médicos de “Estado de salud Estacionario” y finalmente les respondía que aunque no teníamos mayor información pensábamos y creíamos que el presidente estaba –o está- muy delicado de salud y que probablemente no volvería al país (esto último lo confirmó la última vez que vimos a Chávez cual Zar, en televisión designando al Sr. Nicolás Maduro como su sucesor).

Después que creía que había terminado el segmento de política del día, me preguntaban como última interrogante y ¿Qué va a suceder en Venezuela si Chávez no regresa?, -siendo esta la más contundente incertidumbre que se me ha internado en la cabeza- con suerte lograba responder, que por encima de cualquier cosa debíamos hacer cumplir la Constitución, sin entrar en detalles que para mí no estaban claros ya que veía en ese entonces muy lejos ese escenario y prontamente cambiaba de tema.

Ahora que este escenario llegó y que evalúo los últimos acontecimientos desde el 10 de Enero, veo con preocupación cómo en este país en tan solo el primer mes del año ha pasado de todo y a la vez no ha pasado nada, lo primero es porque desde el régimen han logrado hacer con nuestras leyes las interpretaciones que mejor se ajusten a la ausencia de Chávez, pero lo segundo y que es peor aún, es que no ha pasado nada porque desde la oposición o desde el ex candidato de la oposición y el grupo político que aún lo sigue, se ha intentado desmovilizar cualquier intención de sublevación en contra de todos los atropellos que estamos viviendo. Lo que me permite pensar es que esta jugada está calculada únicamente en costos electorales de un liderazgo que pretende ser casi tan impactante como el de Chávez o al menos trata de parecérsele bastante.

Frente a todas estas situaciones pienso nuevamente en mis amigos que se han marchado de Venezuela buscando su “camino hacia el progreso” porque aquí eso no era viable, pienso en los extranjeros que conocí durante el viaje y que estaban más preocupados que yo por Chávez, pero especialmente pienso en mí y reflexiono nuevamente sobre esa pregunta ¿Eres venezolana? que de manera inmediata le sobrevenía ¿Y Chávez?, a lo que si me lo volvieran a preguntar creo que respondería con mayor contundencia sí, soy venezolana y disidente de este régimen, y sobre Chávez se lo mismo que la mayoría de los venezolanos, que es casi nada. Pero sobre lo que se debe hacer si él no regresa si se, y es totalmente lo que no se está haciendo en mi país, aunque los medios internacionales digan lo contrario, aunque la OEA diga que es nuestro asunto o le que es peor, aunque nuestro emergente “líder” de oposición no esté haciendo lo que como oposición nos corresponde.

Todo esto lo puedo decir ahora que he caído en cuenta de que el problema no es Chávez, no. El problema somos nosotros los venezolanos o por lo menos nosotros los de “oposición” sí, ya que aún no hemos entendido que transformaremos nuestro país en el lugar más seguro de Latinoamérica, con las mejores comidas y servicios pero en especial con un gobierno que sea serio y que se ocupe de gobernar y no de atropellar al que le señala que lo está haciendo mal y particularmente esto sucederá en la medida en que entendamos como opositores que por “cuidar” espacios electorales hemos renunciado a los vitales y que es necesario que vendamos la diferencia no pretender ser una continuación de Chávez mejorada.

Amén a la muy golpeada Libertad de Expresión que aún puedo decir lo que pienso.

Giovanna Delgado
@giovanellax