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Lo primero de lo que estoy consciente al escribir este artículo es que se me tilde de abstencionista. En un país donde los chantajes morales y los lugares comunes están a la orden del día, sería un honor. No obstante, el objetivo de esta reflexión es otro partiendo de una gran, única y lapidaria verdad: el voto es una decisión de cada quien.

Estamos de cara a dos importantes procesos electorales. Uno, de tipo primario, que permitirá escoger a algunos candidatos opositores para las elecciones parlamentarias que aún no tienen fecha, y otro que son esas elecciones legislativas. En principio, como alternativa democrática, el primer proceso debería ser aquel que motivará a la mayoría de las personas a participar y vender esa imagen de esperanza ante todo lo que significan los atropellos oficiales. Lamentablemente no ha sido así.

No caeré en la explicación sobre las primarias y la idea del consenso. En primer lugar porque en un artículo pasado lo mencioné y, en segundo lugar, porque a esta altura se vuelve “irreversible”. Lo que sí es cuestionable, es esa idea que se ha vendido de que sin el Consejo Nacional Electoral (CNE) estas elecciones primarias serían imposibles de hacer. Se ha demostrado que un proceso propio, más amplio y con el control de la oposición no sólo sería más económico sino también más confiable. Idea objetada.

El CNE entre sus condiciones explica que, salvo la tinta indeleble que fue eliminada del proceso, el proceso electoral primario debe hacerse de cara a la estructura electoral actual: captahuellas, máquina de votación y cuaderno electrónico, afirmando el CNE también que se quedaría con la data de los electores de ese proceso, aun cuando es un proceso interno opositor. Nuevamente el más importante elemento de cualquier elección, vale decir, el secreto del voto está vulnerado y la dirigencia de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) no dice nada al respecto. Otra idea objetada.

Por si fuera poco, el CNE afirma que las elecciones parlamentarias contarán con los mismos circuitos del 2010 y que sólo habrá cambios a lo interno en la distribución de candidatos de uno u otro circuito, en función de las proyecciones poblacionales del Instituto Nacional de Estadística (INE). Dichas proyecciones, aprobadas recientemente por la Asamblea Nacional (AN), casualmente perjudican a la oposición en cuanto al número de diputados por circuito, como es uno de los casos el del estado Miranda. Sumado a la gravedad de este asunto, la misma AN en manos de su directivo solicitó la eliminación directa de las elecciones al Parlamento Latinoamericano (PARLATINO), por considerar estos parlamentarios pueden escogerse en el seno de la AN. Salvo algunas declaraciones opositoras dentro de la MUD, de nuevo, idea objetada.

Estos elementos planteados, los cuales reflejan una absoluta gravedad de cara a los comicios que enfrentaremos y a nuestra vulnerabilidad como electores, nos llevan a hacernos la gran pregunta de todo esto: ¿cuál es el propósito de estas elecciones? Y eso nos permite encontrarnos con las grandes contradicciones del proceso.

¿Cómo vamos a hablar de cambio en la AN si aceptamos ir con las mismas, y peores condiciones, con las que hemos votado siempre y hemos salido perjudicados? ¿Cómo le decimos a la gente que su voto está blindado cuando este no sólo queda en manos del CNE sino que tampoco hay cuaderno físico que permita auditar que en efecto quien votó es la persona correcta? ¿Quién debatió las proyecciones estadísticas del INE y por qué se acepta la imposición de cambios claramente ventajistas?

Cualquiera podría decir que eso no importa cuando hay una mayoría arrolladora que puede derrotar a un gobierno débil. No pongo en duda que somos mayoría (siempre la hemos sido) ni que el gobierno está débil, pero tampoco subestimo el hecho de que ellos tienen el poder, tienen los medios y tienen todo para imponer con miedo o como quieran su verdad, como siempre han hecho.

La MUD como instancia articuladora de los intereses opositores que confluyen en una gran variedad de partidos, ideologías y posturas, no puede creerse dueña de la alternativa democrática. El concepto de Unidad es mucho más amplio que el de su instancia articuladora (MUD), y eso debe entenderse. No es posible que un grupo, desconectado de la realidad que vive el país, que no llama las cosas por su nombre y que acusa de radicales a quienes denuncian los atropellos y las condiciones absolutamente desventajadas a las que nos enfrentamos, sea quien dicte cómo será la forma de luchar contra el régimen, sin siquiera discutir y realmente representar a la Unidad genuina, la de todos.

No se trata de desmerecer a la MUD, se trata de ver a la Unidad como lo que es: un todo de visiones distintas, no unánimes pero que están de acuerdo en un objetivo común y que luego de recuperar la democracia se ve obligada a desaparecer porque lo único en una democracia es contradictorio. La MUD no puede representar los intereses de dos o tres partidos, porque si hace eso le daría la razón al CNE cuando le llama “Partido MUD”. En ese momento, con esa exclusión, nos somete al chantaje de sus intereses, pretendiendo que nos olvidemos del objetivo.

Este no es un proceso electoral normal, no es corriente. Hay que entender frente a qué nos enfrentamos y llamar las cosas como son. De lo contrario, corremos el riesgo de legitimar al régimen y su discurso de “diecinueve elecciones” como si la democracia fuera sólo votar. Urge que la gente entienda lo trascendental de participar, de exigir, de ganar y cobrar, que ha sido lo que nos ha faltado. Que alguien no haya querido cobrar en el pasado, no significa que debamos someternos al ventajismo del régimen el cual se traduce en fraude. Pero eso pasa porque la sensatez de quienes se adueñaron de la Unidad entienda a su vez que no pueden vender estas elecciones como una “fiesta democrática”. No hay nada que celebrar donde no hay democracia.

En estos días escuchaba a alguien diciendo que “aquí la gente no se va ir, ni la oposición si va a ir ni el gobierno se va a ir. Hay que convivir”. Si esa es la visión que vamos a defender, pues hagamos de la resignación y la huida nuestra única opción. Usted no convive con quien lo oprime ni lo legitima como si nada. Usted lucha frente a él, lo derrota pero consciente de lo que significa derrotarlo, no dejándolo pasar cuando sabe que dejarlo pasar significa que usted será pisoteado. A este paso, sin temor a dudas, lo único que tenemos seguro sin exigir lo que no corresponde es ir directo al paredón de la derrota.

Twitter: @Urruchurtu