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El país fuera de control. El descalabro económico, físico e institucional se acelera y no hay propaganda o censura que lo oculte. No hay función pública que el régimen pueda atender; tampoco hay confianza en rectificaciones. Maduro es incapaz de enfrentar la creciente crisis que padecemos. Su permanencia sólo genera caos.

En este contexto, el abominable asesinato de un diputado oficialista conmociona a una sociedad a la cual le asesinan diariamente 50 ciudadanos. Al denunciar el gobierno que el crimen fue cometido por paramilitares, más que acusar, confiesa. El régimen promovió, armó y financió bandas delictivas, para controlar zonas populares urbanas, con fines políticos y económicos. En efecto, estos asesinos son paramilitares.

La tragedia degeneró con el espectáculo montado en la Asamblea Nacional. Acusan del crimen al valiente diputado que, con sobrada razón, le advirtió al régimen que tiene sus días contados. Esto lo repiten campesinos en Sabaneta, sindicalistas en Guayana, estudiantes en Mérida, médicos en Maracay; y hasta familiares de los militantes de los colectivos oficialistas recién acribillados.

Estos asesinatos, y la irresponsable respuesta gubernamental, intensifican la urgencia del cambio político. Se trata, ya, de salvar vidas humanas.Tenemos la obligación histórica de lograr una transición, pacífica, irreversible e inaplazable, hacia la democracia. Ello requiere gran autoridad moral y firmeza. Una transición pacífica debe generar, en primer lugar, confianza y esperanza en una sociedad que el Poder ha pretendido dividir y enfrentar durante 15 años.

La emergencia exige lograr la estabilidad económica, asegurar el abastecimiento de alimentos, medicinas, repuestos para vehículos y gas doméstico; garantizar la seguridad ciudadana e iniciar la reinstitucionalización de los Poderes Públicos, en especial del sistema judicial, del CNE, de las Fuerzas Armadas y de los cuerpos policiales. Nada más revelador de nuestra realidad política que el intercambio de Maduro con una mujer que, indignada, le gritó a su llegada al Cementerio del Sur: “¿Hasta cuándo Maduro?”, a lo que éste  respondió: “¿Que quieres tú que yo haga?”. Está muy claro, Maduro: Renuncia.

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@mariacorinaYA