Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official

«Como sea»; esa expresión, altanera en su acción misma, es la que ha resumido nuestras últimas semanas. Una especie de confesión que, como leía días atrás, revela que algunos están pensando en no actuar como es, sino precisamente «como sea».

Dentro de la expresión hay tantas cosas como mala intención por parte de quienes la gritan a viva voz. Revela que hacen lo que les da la gana, como les da la gana y cuando les da la gana.

También confiesa que no están pensando en irse, que su objetivo es a largo plazo y que no hay amenaza creíble que les haga pensar lo contrario. Se creen intocables, invencibles.

El «como sea» es la más clara prueba de que quienes nos gobiernan lo han hecho con la plena disposición de saquear nuestro país, de destruirnos, de controlarnos como sociedad y de aferrarse al poder. Es la negación a lo que ellos mismos llaman democracia.

Que un Fiscal huya del país por su sentimiento de culpa al haber fabricado pruebas falsas para acusar a Leopoldo López, por las presiones recibidas o por el remordimiento, es la más clara evidencia de que son capaces de hacer lo que sea y «como sea» para condenar a inocentes y para destruir vidas, sólo con el fin de permanecer en el poder. Es el poder por el poder en sí mismo, es el poder «como sea».

«Como sea» es la más contundente revelación de que son capaces de entregar nuestra soberanía, de ligarse a lo más turbio de la política, de vender su alma por permanecer intactos, valiéndose de la fachada democrática y del populismo agotado pero estafador de esperanzas; el sostén que necesitan los sospechosos de siempre -sus aliados dentro y fuera- para avanzar en sus intenciones.

Esto nos coloca frente a enormes desafíos: ¿cómo vamos a enfrentar a quien ya se está confesando? ¿cómo desde la democracia, que ellos usaron para destruir a la misma democracia, vamos a exigirles que respeten lo que la calle dice? ¿cómo encararemos lo que es un fraude confeso y una trampa sobre la marcha? ¿cómo es que no terminamos de llamar las cosas por su nombre cuando el «como sea» es una bandera de violencia, muerte y miedo?

El problema, estimado lector, es que mientras quienes dicen, con la confianza que brinda el poder secuestrado y usurpado, que ganarán «como sea», algunos opositores ya afirman que «ganaron». La primera expresión es muestra de la capacidad de respuesta y la amenaza ante lo que ocurra; la segunda es evidencia de un triunfalismo burdo, que no tiene en su haber más esfuerzo que el de la verdad revelada en una encuesta.

Ese «como sea» seguirá vivo, avanzará y hasta vencerá, si la respuesta desde este lado, frente a ellos, no sea «como es», la correcta, la debida. No se puede actuar con normalidad y pasividad como si estuviéramos frente a demócratas. No se puede actuar así cuando el juego es un puño de violencia y abuso «como sea». Si la lucha es «como sea» debemos prepararnos para ganar «como debe ser», sin la ingenuidad, sin la visión chantajista de la pasividad, sin miedo.

No se trata de que no estemos convencidos de actuar «como es». Es que no podemos combatir lo que a diario es socavado «como sea» con métodos en los que ellos no creen, salvo para destruirnos.

El «como sea» no puede tener como respuesta un «no le paren». El «como sea» no puede tener como contraargumento un «ya están perdidos». El «como sea» debe hacernos entender, de una vez y por todas, que es momento de reaccionar, de insistir, de resistir  y de vencer.

Sólo así tendremos no la Venezuela que ellos destruyeron y en la que convirtieron a ésta, «como sea», sino la Venezuela que tiene que ser, la que debe ser; en fin, la Venezuela que será.

Twitter: @Urruchurtu