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El 18 de Noviembre, Nicolás Maduro en cadena nacional anunció lo que sería una plétora de decretos con rango, valor y fuerza de ley, que serían promulgados bajo el marco de la Ley Habilitante que estaba por vencerse. Al día de hoy todavía no se conoce completamente el contenido de estos decretos (pocos han sido publicados en Gaceta) y sólo podemos guiarnos por lo expresado por Maduro durante la cadena. Llama mi atención la frase: “El incremento de impuestos de 10 a 15 por ciento no se hará al pueblo, sino a quienes invierten en lujos y tienen cómo costearlos”. Dicha frase fue expelida con relación a la Reforma de la Ley de Impuestos Sobre el Alcohol y las Especies Alcohólicas, (publicada en Gaceta Oficial Extraordinaria Nº 6.151) la cual, incluye un aumento de impuesto según el tipo de bebida. Por ejemplo, el impuesto sobre el vino aumentó de 15% a 35% y el de otras bebidas asciende hasta un 50%. Pero el de la cerveza se mantuvo en un 15%.

¿Es la cerveza un lujo? Según la ley lo es. Sin embargo, su tasa impositiva no sufrió aumento alguno. Si el objetivo del aumento de estos impuestos es recaudar más dinero para el fisco, ¿por qué no aumentar el de la cerveza? si además es una de las bebidas alcohólicas de mayor demanda en nuestro país. ¿Es que hay lujos más lujosos que otros? Me recuerda a la frase del escritor George Orwell: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”.

Más allá de la discusión sobre la cerveza y los alegatos de que es la bebida del pueblo, donde se busca convertir a los ciudadanos en una masa informe que comparte los mismos gustos y preferencias; nos presentamos una interrogante más profunda: ¿Por qué el gobierno (y en este caso Maduro, a través de la aberrada figura de una Ley Habilitante) tiene el poder de determinar arbitrariamente cuál bien es considerado un lujo y cuál no?

El mismo caso de arbitrariedad se presenta al analizar los controles de precios y los subsidios. ¿Por qué el gobierno tiene la potestad de decidir que se va a regular el precio de la chocozuela y no el del lomito? Toda regulación genera una distorsión en la economía y estas distorsiones las vemos expresadas como escasez, precios altos, cierre de empresas, desempleo, bachaqueo, etc. Así que la próxima vez que se alegre porque la cerveza sigue estando barata, cuando se alegre porque consiguió un frasco de champú regulado o cuando sonría porque compró un kilo de chocozuela y le quedó vuelto; piense en el precio subyacente que estamos pagando por todo eso, tanto usted como yo. Piense a lo que estamos renunciando y piense a quién le estamos dando el poder de decidir sobre nuestras vidas; hoy el gobierno decide que es mejor para nosotros beber cerveza y no whisky, incide sobre lo que llevamos a la mesa, vestimos, compramos, leemos, vemos y pretende incidir sobre lo que pensamos; trocar ciudadanos autónomos en pueblo sumiso; por favor, le pido encarecidamente que ejerza su individualidad y no lo deje.

 Twitter:@LoreIAm