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En el acuerdo firmado entre el régimen de Nicolás Maduro y el  equipo asesor en temas de la Salud en la Asamblea Nacional, con la asistencia de la Organización Panamericana de la Salud (OPS); se establece el compromiso de las partes en buscar recursos financieros que contribuyan al fortalecimiento de las capacidades de respuestas del país en la atención de la emergencia sanitaria. Sin duda alguna,  objetivamente es un acuerdo que plantea una acción altruista que solo puede provenir de gente virtuosa, noble, humanitaria y buena.

No obstante, es suficiente con nuestra sufrida experiencia para intuir, tal como sabiamente lo ha percibido la gran mayoría de los venezolanos, de que ésta es otra de las patrañas a las que recurre el régimen cada vez que necesita de un diálogo o acuerdo con sectores de la oposición para oxigenarse; luego de los cual, una vez  conseguido sus objetivos, saca a relucir su verdadera naturaleza maligna que siempre lo arrastra al mal; tal cual  lo hizo el escorpión con la rana, en la fábula atribuida a Esopo. 

Efectivamente, por más de 20 años hemos venido siendo víctimas de unos desalmados que de manera inmisericorde han llevado a toda una población a las peores calamidades; destruyeron toda la infraestructura asistencial del país (hospitales, escuela, otros); han cometido asesinato, tortura y encarcelamiento de todos los que han  considerado enemigos; dilapidaron el erario público, se han negado a que entre ayuda humanitaria, establecen  conexiones con gobiernos dictatoriales y grupos terroristas para desestabilizar las democracias en el planeta, verbigracia,  como recién lo están haciendo en EE. UU. dónde han identificado a  líderes negativos ligados al régimen de Maduro, que activamente promueven y financian a agitadores para crear el caos. Con el agregado que sus capitostes están siendo requeridos por la justicia norteamericana por delitos de narcotráfico.

Con estos antecedentes, nadie en su sano juicio puede creer que estos sátrapas hayan tenido una revelación sobrenatural que los haya convertido de la noche a la mañana, en seres magnánimos o en «buenos samaritanos»  capaces de ayudar al prójimo.

A principio de estas líneas decía que objetivamente era loable el acuerdo. Pero por el conocimiento que tenemos de la perversidad de estos  personajes del régimen, nos obliga a hurgar en los posibles planes y propósitos que pudieron llevarlos a suscribir tal acuerdo, es decir, buscar ya no en la parte externa de su acción, sino en su parte subjetiva que es donde subyacen las verdaderas razones y motivaciones que los llevaron a firmar tal acuerdo. Es en esta parte interna de la acción humana de donde proviene lo que podemos categorizar como lo «bueno» o «malo»; preguntándonos y encontrando razones de  «por qué» se hizo.

En este caso, no es tarea difícil deducir las verdaderas intenciones que tuvo la tiranía al suscribir este particular acuerdo en supuesto beneficio de la salud del venezolano. Para desmontar su farsa, bastaría valorar las siguientes consideraciones:

1) A ellos jamás les ha interesado la salud de la gente; todo lo contrario, son quienes acabaron con todo el sistema de salud que de manera regular funcionaba en el país. A la vez, fue un hecho público, notorio y comunicacional que impidieron el 23 de febrero de 2019 la entrada de ayuda humanitaria.

2) El acuerdo tiene como objeto un fin altruista. Este fin está en las antípodas de la  caracterización de este régimen. Su naturaleza no es precisamente la de ayudar al semejante sino destruirlo. Es un objeto de imposible cumplimiento para ellos.

3) Realmente el acuerdo es insustancial; no contiene ninguna concreción de tiempo, de planes específicos, de montos a recabar, a través de qué mecanismos y ante qué instancias u organismos se van a gestionar los recursos. En fin, un acuerdo plagado de vaguedad e imprecisión.

4) De tener genuino interés en ayudar a solucionar la catastrófica situación que padecemos, lo harían de manera integral, profunda y desde la raíz  de nuestros problemas; siendo la mejor manera de demostrarlo deponiendo el poder que usurpa.

5) El comportamiento que ha venido manteniendo el régimen en recurrir a este tipo de mecanismo de supuestos diálogo y acuerdos cada vez que necesita ganar tiempo o dar apariencias de normalidad. Sobre esta circunstancia  tenemos experiencias de sobra.

6) El pernicioso trabajo que vienen adelantando, corrompiendo a grupos seudos opositores (mesita), para concertar elecciones parlamentarias con esta seudo oposición elaborada a su medida. 

Surge evidente entonces que el cometido del régimen no es ayudar a solucionar el problema sanitario generado por la pandemia del COVID-19; sino que  el régimen recurre una vez más al engaño y a la manipulación, usando este acuerdo de supuesta ayuda humanitaria como «mampara», a fin de lograr: 1) Ser reconocidos por parte de la AN como un gobierno legítimo. 2)  Dar muestras de normalidad institucional en el país. 3) Aparecer ante el mundo con el credencial de  demócratas que protegen los derechos humanos del ciudadano. 4) Concluir en un llamado a elecciones parlamentarias, en  las condiciones que ellos impongan.

Esta maniobra es perversa y por tanto  imperdonable, porque pretenden utilizar la buena fe del ciudadano, y al ciudadano mismo, como mera herramienta para objetivos distintos a los que el conglomerado social requiere para su bien general.

Abog. IVÁN IBARRA