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(Caracas. 08/01/2020) El terrorismo se combate. Y debe ser combatido por toda la sociedad y sus instituciones. América Latina, y en particular Venezuela, se han convertido en los últimos años en territorio útil para el terrorismo internacional y para la obtención de financiamiento para sus actividades en el resto del mundo. En buena medida, esto ha ocurrido por la inacción y la falta de comprensión, por parte de los gobiernos democráticos de Occidente, del entramado criminal, corrupto y mafioso que se ha construido en nuestro país como consecuencia de la fragilidad institucional y de la instauración de un régimen vinculado al terrorismo. A pesar de nuestras alertas, el mundo se negó a reconocer esta realidad.


Organizaciones como la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán, junto a sus grupos terroristas asociados, como Hezbolá, son agrupaciones con redes clandestinas que siguen una agenda expansionista en el Medio Oriente, África, Europa y Latinoamérica. Éstas consiguieron, primero en Hugo Chávez y luego en Nicolás Maduro, sus mayores aliados y socios en operatividad criminal, blanqueo de capitales, narcotráfico, minería estratégica y entrenamiento de grupos armados, y encontraron en nuestro país, una zona de distensión, violando nuestra soberanía.


Nuestra nación, y en particular nuestro territorio y sus recursos, han sido deliberadamente usados para facilitar un proyecto que atenta no sólo contra la libertad y la paz en el mundo libre, sino contra los mismos cimientos de la civilización occidental. Hay individuos prominentes del régimen, sancionados por los Estados Unidos, que fungen como enlaces de Hezbolá y otras organizaciones criminales, a quienes proveen apoyo logístico y servicios de Estado que incluyen documentos diplomáticos y de identidad. En las últimas horas, incluso, han expresado sus condolencias y amenazas por la reciente muerte del General iraní Qasem Soleimani.


Todo lo anterior ha implicado una flagrante violación a la resolución 1373 del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), como ya lo ha denunciado el gobierno de Colombia en voz de su presidente, Iván Duque. Esta actuación del Presidente Duque demuestra que la convergencia de actividades criminales y terroristas no son contenibles dentro de las fronteras físicas de una nación y que la amenaza sobre Colombia y el resto del hemisferio es creciente cada día que pasa, como lo evidencian las más recientes declaraciones del Partido FARC condenando la muerte del General Soleimani.


Por ello, respaldamos las acciones de nuestros aliados internacionales en el combate del terrorismo que, lamentablemente, ha encontrado uno de sus santuarios en Venezuela. La comprensión de esta realidad en nuestra región se refleja, por ejemplo, en la designación de Hezbolá como organización terrorista por parte de los gobiernos de Argentina y Paraguay, y la intención de hacer lo propio por parte de los gobiernos de Brasil, Guatemala y Honduras, quienes se suman a otras naciones del mundo que ya lo han hecho, como Estados Unidos, Israel, Reino Unido, Alemania y Francia, así como la propia Asamblea Nacional de Venezuela.


En Vente Venezuela hemos denunciado reiteradamente al régimen como una organización criminal con nexos terroristas globales, cuestión que creemos debe ser secundada por el mundo, pues se presenta como una fuerza política para manipular y burlarse del multilateralismo, de las instituciones y de las democracias liberales La lucha por el rescate de la democracia en Venezuela debe dejar atrás toda ingenuidad y complicidad expresada en falsas negociaciones y diálogos de espaldas al país o bajo esquemas de cohabitación criminal.


Es la hora de asumir con coraje y responsabilidad la caracterización correcta de lo que enfrentamos: un régimen criminal-terrorista que sólo será derrotado por medios políticos no convencionales, lo cual exige una inmediata acción coordinada de fuerza internacional, debido al riesgo a la seguridad y estabilidad hemisférica que dicho régimen representa.
No lidiamos con políticos, sino con criminales, y los criminales sólo entienden a través de una amenaza creíble de fuerza sostenida que les obligue a ceder. Sólo así, liberaremos a Venezuela.