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(Barcelona. 20/05/2019) La semana en que vamos es crucial para el régimen, incluso a ojos de un mal calculador. Mientras que arrecia el “vía crucis” del país en general, bajo el cálculo del “tiro al suelo”, es decir, nadie desacertaría si dijera que el país después de haberlo puesto sobre “cuatro bloques” a la tiranía archi-corrupta, cual parapeto vehicular, luego desmigajados los bloques también, caiga el país de nalgas, cuando debí decir, de barriga, al suelo pelado, que de seguro ya lo está desde hace ratos.

En efecto se cruzan las curvas más críticas, y por el punto justo en el cual se cruzaron ambas curvas, mana sangre, sudor y lágrimas de un pueblo en general, digamos inocentón, ya no en términos generales, sino, sectorialmente mayoritario, sin que por “inocentón” se lo valore como pendejo, lo cual sería otro tema que nos ocupe.

Pues sí, la merma por sacrificio total de las personas se pierde de vista. Tanto que donde no caben los cálculos matemáticos para valorar a ciencia cierta hasta dónde pudo llegar la merma en términos paupérrimos y de indignidad humana en Venezuela, cabe desde luego, la propia realidad visual con la que nos topamos unos y otros a diario y en todas partes. La ruina pasó de lastimera a vergonzosa, por supuesto por causa, entre otras, de los colaboradores del régimen, mirones de palo y cómplices tarifados, sin los cuales el país no hubiera caído tan abajo.

Entonces decía, que es crucial la semana en curso para el régimen.

Por tanto es que se escucha en silencio sepulcral, como si hablaran las piedras, “de que sale, sale el madurismo”. La misma “radio bemba” mastica como puede las informaciones que se filtran sin postín y se suman a lo posible o muy posible que ocurra en los días subsiguientes, a todo lo cual ya está sumado el tema eléctrico) y demás servicios públicos ruinosos) de larga data, lo cual tiene al país “de boca abajo”, prácticamente en parálisis total. Crisis, que mermó un poco por la salida o huida de venezolanos al exterior desde hace seis años y mucho más en los últimos tres años, por lo cual bajó sustancialmente la demanda o consumo eléctrico en el país e hizo mantener “aparentemente normal” el sistema eléctrico, pero al cabo de un tiempito, reapareció  la crisis por el acabose definitivo de los equipos que no fueron re posicionados ni sometidos a mantenimientos de ningún tipo. La corrupción pudo más.

Ahora, a recién horas  se suma la falta de gasolina y combina una “simbiosis letal” eléctrica–gasolinera, jamás vista, cuyas consecuencias llevaran el régimen al piso, tal como él puso al país.

Eleazar Contreras