Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official

1461710_675063909180571_1218350282_nEl personaje no mira a la cámara. Ernesto “Ché” Guevara tiene 31 años cuando le toman la foto. Su semblante es impreciso, como el del la Gioconda. No se puede saber si lo acongoja la lástima, el temor, la rabia, el desprecio o simplemente está encerrado en el lado oscuro de su alma. Quizá no exista fotografía más enigmática. Fue tomada en 1960, originalmente fue titulada «Guerrillero Heroico». El célebre guerrillero nacido en Argentina vuelto Cubano tiene puesta su boina militar negra con el pentagrama o la estrella comunista, de cinco puntas, representando los continentes (o campesinos, trabajadores, ejército, intelectuales y la juventud). La foto lo volvería un pin-up boy, un ícono para inconformes, escépticos  y toda la panoplia de rebeldes y resentidos en el mundo entero. El fotógrafo decía no tener inconvenientes con su libre reproducción para propagar la memoria del guerrillero y su lucha social. Y a partir de los años sesenta hasta nuestros días, la foto y sus versiones en contraste se ha reproducido mil millones de veces en franelas, calcomanías, patrocinando todo tipo de productos “capitalistas” desde Vodka hasta billetes y timbres fiscales, incluida tatuada en el brazo del controvertible Armando Maradona.

Aunque solo se puede  especular que siente o piensa el hombre en el momento en el que lo tomaron esa foto, lo que es cierto es que este galeno argentino, revolucionario, rebelde y ciertamente temerario, era un sanguinario asesino, terrorista, supremacista, racista, con un profundo desprecio por los opresores. Y por los oprimidos. Durante la lucha contra el Dictador Batista, el Che era el segundo en el poder e instruía a sus seguidores a obedecer ciegamente y a odiar absolutamente. Solo con el odio y la supresión de toda misericordia se podría vencer a un sanguinario dictador.  Un teniente de la columna del Che recordaba: “La propaganda contra Guevara era masiva. Se decía que era un asesino a sueldo, un criminal patológico…, un mercenario, que prestaba servicios al comunismo internacional… que utilizaban métodos terroristas que socializaban a las mujeres y quitaban a los hijos… Ellos decían que a los soldados que caían prisioneros, los amarraban a un árbol y les abrían el vientre con una bayoneta.”

Puede que la reputación guerrera del argentino fuese en parte prefabricada pero lo que no es exageración son los balances de su actuación en la Habana. Al entrar victoriosos en la Habana, en 1959, Fidel Castro le concede la nacionalidad Cubana  y lo designa jefe de la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, desde donde firma las sentencias de muerte de todo aquel sospechoso de ser contra revolucionario o de haber apoyado al antiguo régimen de cualquier manera.  El Che decía, “Para enviar hombres al pelotón de fusilamiento, la prueba judicial es innecesaria. Estos procedimientos son un detalle burgués arcaico. ¡Esta es una revolución! Y un revolucionario debe convertirse en una fría máquina de matar motivado por odio puro.” Con expresiones tan desalmadas se delata el sociópata pin-up boy revolucionario. Más de ocho mil personas fueron sentenciadas a muerte por tribunales improvisados sumadas a nueve mil ejecuciones sumarias sin siquiera un veredicto.  A menudo Guevara se aparecía en los juicios y personalmente sentenciaba a un acusado a muerte. Opinaba que era necesario difundir el terror y la incertidumbre en la populación para evitar futuros alzamientos.

La frase que se le adjudica— “¡Hasta la victoria siempre!” evidencia la creencia que el fin justifica los medios, deformación humana que ha permitido las atrocidades más abyectas de la historia. Su fanatismo que hoy llamaríamos “Talibán” se resume en su reacción durante la crisis mundial que casi termina en un Armagedón nuclear en octubre de 1962, donde le expresó a un reportero británico, “si los misiles hubiesen permanecido (en Cuba), los hubiésemos utilizado contra el mismo corazón de los Estados Unidos incluyendo a Nueva York.” Siendo que repetía lo que creía y estaba tan dispuesto a morir como a matar a cuanta gente fuera necesaria en pro de su fanatizada ideología perversa.  No había término medio ni sesgo alguna de humanidad,“Nunca debemos establecer la coexistencia pacífica. En esta lucha a muerte entre dos sistemas tenemos que llegar a la victoria final. Debemos andar por el sendero de la liberación incluso si cuesta millones de víctimas atómicas.”

Aunque hay algo de mártir venerable en esta abominación humana, en realidad es el vivo contraste de los verdaderos “revolucionarios” como Martin Luther King o Mahatma Gandhi,  quienes trataron de enseñar como detener el ciclo vicioso del odio y la maldad.  Incluso Cristo tiene su anti-chisto en este Ché. Jesús vino a mundo y estuvo dispuesto a morir por amor al hombre cuando este revolucionario siempre estuvo dispuesto a matar hombres por odio. Su calcomanía rebelde es una síntesis de todo lo perverso y corruptor; nos enseña a canalizar el odio hacia la destrucción y la muerte, logrando  ¡hasta la victoria siempre!  Pero este no era un revolucionario con metas de liberación e igualdad. Sus  sueños no eran humanistas. Era un monstruo. Un carnicero que admitía sin pudor que, “¡el odio es el elemento central de nuestra lucha! El odio tan violento que impulsa al ser humano más allá de sus limitaciones naturales, convirtiéndolo en una máquina de matar violenta y de sangre fría. Nuestros soldados tienen que ser así.” Creía, cual supremacista, que todos debían conformase al ideal único, al partido único, “Hay que acabar con todos los periódicos. Una revolución no se puede lograr con la libertad de prensa.” O libertad de cualquier tipo. Y quien se negase  era un estorbo que merecía ser aniquilado. “¡Los jóvenes deben aprender a pensar y actuar como una masa. Es criminal pensar como individuos!” Si para este “rebelde” era criminal ser rebelde o pensar con singularidad, entonces, los jóvenes y todas las masas humanas debían acatar y someterse como esclavos, como soldados. O morir. “Los jóvenes deben abstenerse de cuestionamientos ingratos de los  mandatos gubernamentales. En su lugar, tienen que dedicarse a estudiar, trabajar y al servicio militar.” La misericordia era un lujo que no era concebible en su revolución y para que alguien se mereciese la muerte solo bastaba la desconfianza de los absolutistas, sin juicio o interrogatorio siquiera. Este hombre con su extremismo logra gran eficiencia inyectándole  un vigor deshumanizante a su causa que ya no se puede llamar revolución socialista y le queda mejor el titulo de revanchismo fanatizado. En una carta a su padre Che escribe: “..tengo que confesarte, papá, que en ese momento descubrí que realmente me gusta matar.”

Luego de muchos viajes y episodios revoltosos, su última aventura revolucionaria fue en Bolivia en 1966. Cuando los pobladores se negaban a seguirlo, entraba en ataques de cólera, en los caseríos que supuestamente había venido a liberar, fusilando o mutilando a los más representativos lideres y a los mayores de las comunidades.  Su metodología era de terrorismo puro, infundiendo odio y miedo a sus detractores como a sus seguidores. Exigía que las masas incultas y oprimidas se unieran a la revolución y se sometieran al mando de quienes llegaban a liberarlos aunque no lo quisieran. A un año de su llegada libertadora a Bolivia, si acaso había logrado reclutar cincuenta voluntarios.

Sin apoyo popular, el regimiento del Che es apenas una banda de terroristas rastreados  por 18mil tropas Bolivianas. Cuando finalmente se enfrenta al Ejército, es herido en las piernas. Sabe que será ejecutado y sus últimas palabras lo detallan. Teniendo tanto desprecio por su humanidad como la que tuvo él con tantos dijo,  “..dispara cobarde que solo matas a un hombre!”

Lo paradójico de este hombre es que llegó a ser tan feroz y sanguinario como los dictadores de su tiempo. Consideraba justificado el uso del terrorismo no solamente contra sus enemigos sino como medio para mantener a las masas en línea. Era un guerrero internacionalista dispuesto a asistir a células guerrilleras y comenzar revoluciones en cualquier parte del mundo. No creía en la democracia y consideraba que el pueblo emancipado de la poderío del capitalismo debía resignarse a la opresión del partido comunista único. La libertad y el individualismo era ideales de la burguesía que debían apagarse a la fuerza si necesario. Los pensamientos críticos y las expresiones personales debían silenciarse para salvaguardar la revolución.

El Che está enterrado en la Habana en un mausoleo como un héroe de la revolución siendo que la autocracia decadente de Fulgencio Batista que combatió fue reemplazada por otra dictadura, la de Fidel Castro, igual de brutal y represiva que optó no solamente por administrar el poder y los recursos del pueblo cubano sino su libertad. Fidel Castro personifica la autocracia más antigua del mundo, llevando toda su vida esclavizando esa isla. Cuando Fidel Castro toma el poder, el Presidente de los Estados Unidos es Dwight D Eisenhower..luego Kennedy, el primer católico, ultimado en 1963.. Johnson asume y es luego electo.. Nixon, electo, reelecto y  forzado a renunciar.. seguido por Ford.. luego Jimmy Carter..Ronald Reagan, electo y re-electo.. luego George Bush.. Bill Clinton, electo y reelecto.. George W. Bush electo y reelecto.. y finalmente Barack Obama el primer presidente de raza negra, electo y reelecto… más de medio siglo, doce Presidentes alternados e innumerables  cambios audaces a esa nación y sociedad capitalista. Mientras el bloque soviético se derrumbaba  y China y sus aliados se abrían al capitalismo, y muchas dictaduras del mundo colapsaban, Cuba se quedaba rezagada a un solo Presidente Comandante, y a lo peor del siglo pasado.

Antes de retirarse del poder por su senectud, Fidel Castro le cede el poder, cual monarca medieval, a su hermano Raúl Castro. Cuba ya no es subsidiada por la (desaparecida) Unión Soviética y la dictadura Castrista es mantenida por el petróleo de Venezuela, gracias al Comandante Chávez, un militar golpista devenido déspota carismático emulador del efectivo sistema totalitario instaurado por Fidel. Aún así, Cuba es una de las sociedades más retrogradas del mundo sólo comparable con la Corea del Norte de los Kim, otra dictadura comunista vuelta monarquía transmisible.  Oye Che, ¿hasta la victoria, siempre?