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“La esencia de un país libre es el derecho del hombre a trabajar como él quiera, gastar lo que genere con su esfuerzo, disponer de sus propiedades y tener al Estado como sirviente, no como amo”. (Margaret Thatcher)

Durante estos últimos 14 años Venezuela tuvo acceso a las riquezas petroleras más elevadas de su historia y tuvimos la oportunidad de convertirnos en un país desarrollado. Sin embargo, lo desperdiciamos todo debido a equivocadas políticas producto de ambiciones desmedidas y delirios de grandeza, que embarcaron al país por un desastroso despeñadero. Gobernantes sin principios ni valores; incapaces, sin estudios, preparación, ni experiencia; con ideas equivocadas e históricamente fracasadas, se empeñaron en ejecutar planes absurdos que solo promovieron el despilfarro, la corrupción, el robo y una elevada deuda externa, que nos han llevado a la destrucción de la economía, a un estancamiento económico y a una recesión con una enorme inflación.

Venimos arrastrando un marcado declive económico y un clima de derrotismo, que tiene su origen en ese sistema estatista impulsado por el régimen castro-comunista-chavista y el sistema económico socializado que nos han pretendido imponer a la fuerza: Modelo Productivo Socialista, Empresas socialistas, Unidades Socialistas de Producción, Empresas Básicas Socialistas, Empresas de Capital Social y Comunas.

El sector público se ha convertido en un gigantesco dinosaurio ineficiente e improductivo. Los empleados públicos ya suman más de 2.5 millones en 36 Ministerios. En los últimos años se han expropiado o intervenido más de 1.000 empresas, destinando para esto tantos recursos y dinero como el monto anual que se necesita para erradicar el hambre en todo el planeta, según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, por sus siglas en inglés). Sin embargo, estos recursos han sido malgastados desperdiciados o robados. Un estudio realizado a nivel nacional por el IESA ha determinado que todas las empresas expropiadas e intervenidas tienen dificultades para cumplir con las metas, algunas producen menos que antes de ser expropiadas, operan a menos de 12% de su capacidad, no son autosustentables, son deficitarias, requieren subsidios y no cuentas con suficientes ingresos ni para pagar su nómina completa.

Debemos rescatar las virtudes de una sociedad libre, la necesidad de limitaciones al poder del gobierno, el sistema de gobierno descentralizado y el funcionamiento del capitalismo como una red mundial de intercambio ventajoso para las partes.

Si continuamos por esta vía, terminaremos de hundirnos. Por eso, es necesario un cambio de rumbo que nos lleve a solucionar nuestros principales problemas: Inseguridad, falta de servicios públicos, mala educación, deficientes servicios de salud e inflación. Está más que comprobado que el excesivo intervencionismo del estado amenaza las libertades de los ciudadanos y desalienta el trabajo y la creatividad empresarial. Necesitamos más mercado y menos estado; y cambiar a Venezuela de una sociedad de dádivas y misiones a una sociedad autosuficiente. Una nación solo puede prosperar con personas libres, con libertad económica y propiedad privada.

Y para cambiar el rumbo tenemos que cambiar de gobierno. No podemos esperar 6 años por unas nuevas elecciones, no podemos esperar 3 años por un Referendum Revocatorio. El cambio debe ser ya, porque el país se nos está cayendo a pedazos; y si nos tardamos más, no podremos reconstruirlo ni para nuestros hijos ni para nuestros nietos. (El Universal)

Juan Marcos Colmenares

Abogado – Miembro de Vente Venezuela